Sin entrar en el debate acerca de su origen, la cantata[1] BWV 106, conocida también como Actus tragicus, fue escrita para el servicio fúnebre religioso[2]. Parece ser que el texto podría estar elaborado por el propio Bach. Esta cantata constituye para muchos la primera obra maestra de Bach. Con unos medios vocales e instrumentales sencillos proporciona en cambio una emoción muy intensa. Es una triste y, al mismo tiempo, en ocasiones exultante descripción de la muerte. La cantata es un pequeño mundo en el que se mezclan la palabra divina, la fe, el dolor, la muerte y la esperanza humana.
La obra empieza con una sonatina doliente a cargo de las flautas de pico, violas de gamba y continuo, que parece anunciar el drama de la muerte.
El coro solemne y resignado ante la muerte (Dios es quien fija nuestra hora). Luego de una fuga violenta, la música culmina con las palabras In ihm sterben wir, desarrolladas en un pasaje lento. Después el aria[3] del tenor nos recuerda lo efímera que es la vida y el bajo nos impele (vivace) a poner en orden nuestros asuntos. Sigue la gran fuga coral en notas graves para tenores, contraltos y bajos que empieza diciendo: Es ist der alte Bund... "Tú debes morir".
A esta tremenda advertencia que es el centro de la composición, las sopranos responden con una llamada cristalina al Herr Jesu, que nos recuerdan la victoria de Jesús sobre la muerte mientras flautas y violas desarrollan la melodía del coral Ich hab mein Sach Gott heimgestellt (He confiado mi causa a Dios). Después de esto, la composición está resumida en frases cada vez más cortas y repetitivas (con melismas sobre "sterben" (morir)) y combinados con el solo de soprano ("Ja, ja, Herr Jesu, Komm"), lo que lleva a un clímax de intensidad increíble.
El tercer movimiento es un dúo de contralto y bajo. El aria de contralto recuerda las últimas palabras de Jesús en la cruz. La muerte convertida en una transición hacia el paraíso. La esperanza venciendo a la muerte.
El coro que cierra la cantata comienza tranquilo, expresando sentimientos de esperanza y serenidad, con buen eco instrumental después de cada línea, y concluye con una enérgica fuga, alabando a la Trinidad.
A pesar de lo expuesto anteriormente la cantata y el resto de las obras de Bach se pueden disfrutar plenamente haciendo abstracción de sus motivaciones originales[4], religiosas, o de cualquier otro tipo.
[1] Antes del Bach la mayor parte de la música era cantada, pero con la difusión de los instrumentos aumentaron las composiciones para éstos ( sonata, da sonare, para tocar) y por lo tanto empezó a precisarse con un nombre exclusivo la música que era sólo para cantar, para las voces humanas (da cantare). Más adelante el término “cantata” empezó a designar composiciones muy diversas.
[2] Algunos biógrafos, entre ellos Pitrou, aseguran que fue compuesta en 1711, durante su segunda estancia en Weimar. Por entonces, Bach estaba al servicio de] duque reinante Wilhelm Ernst. Para otros Bach compuso esta cantata en Mühlhuasen en 1707, probablemente para el entierro de su tío Tobias Lämmerhirt.
[4] La mundana preocupación por el ascenso social y la mejora económica, como han señalado algunos críticos.
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